Creo que nunca en mi vida, larga y corta, o corta y larga, había llevado a
letras alguna experiencia con mi padre.
Oscar, lo diré de golpe y raja, falleció el 09-09-1999, vaya con los
nueves, cosa que aún me suele perseguir (serán asuntos de la numerología)… Él
por historias de mi madre y recuerdos propios era un hombre bastante bohemio,
underground, sería algo como un hipster de hoy, pero de esos de verdad y no
fabricados.
Era un ser humano (ahora no sé qué es… por si creen en alguna de las
filosofías de vida posibles) bastante gordo, según mi madre -luego de casarse se sintió cada vez más a
gusto con ese estado civil que fue engordando- por lo que mis primeros recuerdos
son que usaba sus dotes (eso creía yo, en verdad él se facilitaba) como
flotador en uno de los escasos lagos de Concepción, recuerdo perfecto su
traje de baño negro estilo ochentero, recuerdo perfecto mi traje de baño al
más puro estilo ochentero, celeste con rayas y un abierto en el ombligo y espalda;
recuerdo su barba en mi cara y esa capacidad innata de flotar y hacer flotar
todo objeto, animal o ser humano estuviera por azar o destino cerca, muy cerca
de él, en aquel lago.
En teoría no habría hermano hombre, mi hermana mayor y yo, eran el cierre
de la fábrica de guaguas, por lo cual, creo me vestían de celeste siempre,
incluso mi padre me bautizó como “Juana tres cocos” y así permanecí durante
mucho tiempo, incluso con mi hermano menor presente (la fábrica reanudó sus
instalaciones en 1983), seguí siendo la Juana tres cocos, la que disfrutaba de
jugar futbol con los amigos del barrio, la que era delantera derecha, porque de
pie soy zurda, la que enseñó a su hermano menor a jugar a la pelota porque
nuestro padre estaba ingresado en la clínica recuperándose de un accidente de
consecuencias fatales por culpa de un borracho, justamente el 24 de diciembre
por la noche (salió en las noticias en el canal siete o trece, no recuerdo bien,
como –¡extra-extra!-, en el intermedio de la novicia rebelde (eran años en los
que la señal se interrumpía cual pueblo, para atormentarnos con las catástrofes
más variadas; mientras mirábamos con cariño la película; nunca olvidaré la
imagen del auto de mi padre destrozado, la patente con muchos nueves y a mi
madre poniéndose los zapatos, que curiosamente fueron unas botas muy estilosas
de goma negra, hasta la rodilla y con tacón, para ir a buscar… lo que hubiese que
ir a buscar).
Para quitar presión diré que mi madre cumple años el 25 de diciembre (ouch,
el post para mi madre lo haré luego). Esa navidad fue
extraña, bajo el árbol una pila de palitroques sin cabeza y desgarbados, un par
de juguetes más destrozados, muy destrozados… Lo siguiente fueron varias
visitas a la clínica para ver a mi padre como una momia, con sus piernas en
suspensión y una barba que florecía incipiente, él mismo en silla de ruedas por
varios y varios meses, mientras yo ejercitaba a mi hermano en el arte del balón
y el pie.
La siguiente imagen que se viene a la cabeza es un día en mi época de
rebeldía cuando le pregunté o él a mí, sobre sus encuentros amorosos; ya era
otra época, me la había pasado sabiendo y pensando que mis padres estaban
juntos por su descendencia, por lo cual, ante mi interés por saber que pensaba
él acerca del amor, le confesé que me gustaban dos personas de mi colegio. Su
respuesta fue, aún encuentro muy magistral:
-Papi... qué harías tú si te gustan o atraen dos personas en tu trabajo- Él
de gestos simples y poco histriónicos, como yo, abrió unos ojos grandes y
pacientemente me dijo:
-Chasca (apodo, dentro de los apodos que tengo) la vida es una sola y uno tiene todo
el derecho a amar a quien quiera amar, da igual si es un árbol, un ser humano,
cualquiera sea su sexo, una idea o una planta, la verdad que da igual; pero
antes que te metas en esos caminos del amor, aprende a escoger bien, por lo cual
la mayor ventaja es intentar dentro de lo posible, probar las
posibilidades de tu elección; la vida es como una caja de bombones, dale un
pequeño mordisco a tod@s y luego escoge el/la que más te guste-
Ese relato que les cuento, lo recuerdo perfectamente, fue en la cocina de
mi casa, el preparaba el desayuno, tiempo que nos dábamos para charlar, a no
ser que yo o mis hermanos necesitáramos que nos fuera a buscar a “algún carrete”
situación que hacía imposible el charlar, pues nos llevaba en fila al mercado
para ayudarle con la compra, eso involucraba llevar las bolsas cargadas de
verduras y otras vainas por cuadras hasta su coche, hoy entiendo que lo que
intentaba era hacernos pensar dos veces antes de salir a destruirnos un día de
marcha, porque el premio era bien devastador en sí, creo recordar los precios
de los productos y el –caserita que lo paso bien anoche, le haré una rebajita-
Este post no se trata de levantar un monumento respecto al esperma de mi
padre que hizo que naciera yo (siento la brutalidad, pero tengo alma de bióloga)
o a él, mí mismo padre, dónde sea que este, la verdad que luego de unos días
bastante tormentosos, en los cuales se me apareció hasta en la sopa, debía
compartirlo, porque en parte, yo soy esa, esa que él imaginó quizá, la bohemia
en persona, la de la moral alta y la poco rencorosa, la que no espera a que le
digan adelante para avanzar.
Sin dudas era un hombre tan simple que no tiene lápida hasta ahora y está en un lugar
dónde muy pocos sabemos, tan diestro que fue zurdo, tan culto que compraba en la
vega central y se entendía mejor con los vendedores de tomates que con los
colegas de trabajo en sus múltiples idiomas, tan humilde que un día le pidió a mi madre sus medias, porque
su fiat 600 les había dejado tirados, porque se había cortado una correa y utilizó las
medias para poder llegar a casa, tan integro que aún luego de años
nos llegó a contar que estuvo retenido en el parque O`Higgins y que lo
apuntaron con un arma en la cabeza, por una simple tontería de adolescentes y mi madre le rescató (siempre fueron de ideologías muy contrarias)… En fin tantas historias y recuerdos, tantos
suspiros y recreos, tantas cosas en mi cabeza-corazón que hoy llamo a
colación. Debe ser quizá que hoy es el día, porque hoy 17-03-2014 es 9. Yo en esos
tiempos ya había rendido la PAA y obtenido un puntaje precario, porque mi padre
ya había enfermado, pero eso no es excusa, eso es una anécdota en mi vida, porque las enseñanzas muchas veces no nacen de los amores, nacen muchas veces de los resquemores...
Pero sobre todas las cosas le conservo en el ajedrez, en el saxofón (que prontamente arreglaré), en la
escritura y en la simpleza de la vida sin más y con más, me enseñaste entre
otras varias cosas, que la vida es una, que hay que jugar siempre y que más
vale decir lo que se piensa que pensar en decir lo que se hace, aunque el hipo se te meta dentro, como en varios de
nuestros encuentros, hoy respiro hondo y te agradezco... sin hipo, te extraño elefante aunque te escucho a diario.
Que lindo post Org!! que lindo papà tambièn, recuerdos, enseñanzas... y su inolvidable y sabia respuesta en toda su extenciòn... que lindo post, repito. Un abrazo grande.
ResponderEliminarMuchas gracias Santo, la verdad fue un buen ejercicio de recuerdo, Abrazos grandes!
EliminarHace unos años cuando muere una de mis amigas en un accidente de tránsito (hay un post en mi viejo blog que habla de ello: http://www.lasmanosdelalma.blogspot.com/2008/03/hasta-siempre-n.html ), la forma en que me entero es justamente cuando veo como "primicia" en la tele las imágenes del accidente. Su cuerpo se encontraba a un lado de la ruta y si bien estaba tapado, lo reconocí inmediatamente y créeme que nunca, nunca voy a olvidar eso. A los medios de in-comunicación les encanta mostrar esas cuestiones y la verdad son de pésimo gusto, rozan con lo morboso y con la falta de respeto absoluto.
ResponderEliminarMas allá de eso puntual que quería mencionarte, lo cierto es que tu historia es intensa, las emociones, todo. Fuerte.
Y sabes que? Tu papá y el mio se llaman igual: Oscar :)
Un abrazo grande
Me fui directo a leer tu post, ufffff, complejo y complicado, tal cual los medios de comunicación son harina de otro costal. Curioso lo de los -Oscar- Un gran abrazo!
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