Eran las siete de
la tarde cuando me senté en la línea 200 en la parada de Echo Park y Sunset al
lado de Himelda. El autobús atestado de gente olía desde pollo frito hasta
hombre sin ducharse pero Himelda olía a colonia barata. Una mezcla de cloro con
desodorante Palmolive que al mezclarse con el resto de los olores hacía menos
desagradable la cosa. Convengamos que si de perfumes se trata no es lo mismo
tomar el 720 en Westwood que el 200 en MacArthur Park.
Mujer pequeña
Himelda, de manos gordas, curtidas y pulseras de hilo. Con 63 años durante
gran parte del día, aún limpia casas, el resto del tiempo lo divide entre los viajes
desde Los Ángeles al Valle de San Fernando, donde se encuentra su iglesia y la
casa de sus hijos donde fungue como niñera los fines de semana para que sus
nietos dejen a sus padres descansar.
Cuando el autobús
tomó la Alvarado se me ocurrió sonreirle a Himelda. Y la sonrisa dio pie al
comienzo de una charla que terminó convirtiéndose en monólogo. Me paseó por su
conversión del catolicismo salvadoreño hasta los
pentecostales de la iglesia de la esposa del cordero.
![]() |
Línea Metro Gold. Destino Sierra Madre, CA (Foto: Vico) |
- ¡Fijese doña!- mirando las imágenes del
televisor de la MTA mientra mostraba el incendio del momento en las colinas de
Hollywood y con una Biblia en la mano- ¡Qué terrible esos incendios! Si parece
obra del Demonio, pero no…ya sabe. ¿Si sabe, verdad? Estos son los últimos
tiempos. Lo dice la palabra de Dios. Lo dice el Apocalipsis, ¿si lo
ha leído verdad? Usted tiene cara de buena persona, ¿cree en el Señor
Jesucristo? Yo estudio la palabra de Dios. No hay nada mejor que estudiar la
Biblia, estudiarla con la verdad. Porque yo ahora, después de haber creido en
Santos y ser Católica encontré a Cristo de verdad cuando me entregué a el para ser
salva. Y fijese, ¡que mi vida cambió! Yo tenía cataratas, no podía ver y entregué mi vida al Señor, el Pastor
Márquez, un hombre de Dios hizo el milagro. Y fijese, que sin operación ni nada
Jesucristo me devolvió la vista. Y eso no lo hacían los curas en El Salvador.
No, no no…¡olvidese! Esos estaban para la guerrilla y los guerrilleros.
¡Comunistas eran! Pero aquí gracias al Señor, encontré la verdad. Como le
decía, el apóstol Juan tuvo un sueño, el sueño de los últimos días donde solo los
salvos seremos parte del reino del señor. Así que mire, esto de los fuegos,
esto es lo que Jesús dijo que iba a pasar. ¡Si señor! ¡Alabado mi Señor! porque
dijo la Biblia que en los últimos tiempos el mundo estaría como Sodoma y
Gomorra, ¿si sabe verdad? La ciudad donde los hombres se acostaban con los
hombres, ¡imaginese! Y ahora vió con eso de que los maricones se pueden casar,
ya ve doña...estamos en los últimos tiempos. ¡Cómo un hombre se va a casar con
otro hombre! La Biblia dice que el hombre que se acuesta con hombre, está
condenado.
Durante 35
minutos, Himelda, la de las pulseras de hilos y las manos regordetas dio un monólogo sobre la Biblia que ni
el mejor evangelista gringo me hubiese dado desde un púlpito. Convencida de que
todo lo que decía era la verdad absoluta y amparada en que hasta los mejores
científicos del mundo coinciden en que la Biblia es el libro de Dios, por culpa
de una sonrisa de cortesía y de una imagen de los fuegos iniciados por un loco,
se dedicó de manera natural a ser junto a los perfumes del autobús, artífice de un dolor de cabeza magistral mientras ella se fue contenta con su obra evangelizadora ignorando que también leo la Biblia, que también voy a una iglesia y que de yapa, soy mujer que se acuesta con mujer.
"la ciudad donde los hombres se acostaban con los hombres, ¡imaginese! Y ahora vió con eso de que los maricones se pueden casar" Chanflé no será que Himelda también práctico su monologo con el Presidente de Ecuador?
ResponderEliminarNo creo que Himelda ni siquiera sepa quien es el presidente de Ecuador pero la homofobia está presente en todas las castas. De eso no hay duda mi querida Belica. Saludos a mi famila ecuatoriana.
Eliminar"Cuando el autobus tomó la Alvarado se me ocurrió sonreirle a Himelda"... Cuanta humanidad y cuanta tristeza me dio esa imagen! Cuanta soledad bulliciosa, cuanta necesidad de conectarnos con las personas y cuantas Himeldas hay en este mundo :(
ResponderEliminarAsí es Guidaí. Los Ángeles, capital mundial del entretenimiento es una ciudad poblada de soledades. Muchas Hemeidas, me las topo a diario. Espero ansiosa tu post. :)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAy Doña Himelda!! no crea en todo lo que le dicen. En fin...Un beso
ResponderEliminarVaya!!!! por casi 3 minuto que demoré en leer el post, sentí en piel como si hubiera estado sentada en ese autobús.
ResponderEliminarHimelda y sus pulseras, Himelda y su biblia bien apretada, como pase asegurado de salvación.
Recuerdo una vez alguien me preguntó:
- Y que hace una persona con tus tendencias aquí en la Iglesia?
- Lo mismo que tu!, respondí.
Tremendo!! Las Himeldas de nuestras vidas.
Me encantó!!