jueves, 22 de mayo de 2014

   

Y la ciudad no es otra cosa
que esa esquina,
donde cae la lluvia.
Donde apenas amarillea la luz,
y el vapor que resucita
o quizás está despertando,
para irse lejos.
Y la ciudad que protege, 
ciertas veces...
tantas otras desguarece
y nos deja,
siendo apenas humo, rastro,
pequeñas señales de paso.
Donde se estuvo,
se esperó y... 
se creyó ser y consistir.
El cruce de caminos,
la esquina.
Ese punto de desencuentro
como líneas en fuga...
que solo se han rozado
en la carrera hacia allá.
El allá lejos,
más allá
nunca más.
Y así la esquina,
la calle y la vereda.
La luz y la polilla
que danza locamente
hasta caer
mientras  todo corre,
el agua , el tiempo
la gente.
 
 
Me demoré, pero acá estoy. Compartiendo algo con todas uds. Un beso

lunes, 5 de mayo de 2014

La mujer del Uruguay.


Ella tiene piel de ave, piel de ángel. Suave y cristalina. Su piel recuerda su origen: el país de los pájaros pintados…
Su voz en mis oídos suena como la caricia más profunda de la que no quiero alejarme nunca.
Cuando me miro en sus ojos me reconozco, y pertenezco allí, donde su mirada se pose.
El abrazo de su cuerpo es el abrazo de la eternidad. El momento perfecto en donde soy yo con ella en el universo.
Su palabra es mi inflexión, mi momento de paz, de conciencia, de reflexión. La comprensión de mi misma.
Mi palabra es su nacimiento en mi ser, en mi conciencia, en el espíritu que se me puebla de a dos.
Ella me da la sustancia, el cauce, la tranquilidad. Me da vida, alegría, risa y calor.
Ella es mi vibración perfecta y su nombre mi mantra. Ella es mi sed de justicia, mi razón para amar porque sí.