miércoles, 26 de marzo de 2014

la niña de rojo

   
La niña de rojo y su lego de ladrillos. Katmandú, Nepal ©guidaí

A las tres en punto llegué a la casa de Raquel. Era un lugar al que nadie quería ir.
Raquel tiene muchos años y es una sobreviviente de las desventuras de la vida. Le sorprendió que llegara en hora, que respetara su tiempo, que le diera un beso afectuoso a modo de carta de presentación.
Su aspiración es vender la casa para irse con su hijo que vive lejos. Ella necesita unos planos muy simples para hacer el trámite de venta, pero ningun arquitecto pierde el tiempo en algo así.

Aunque sin puertas ni cerámicas en el piso, su casa huele a limpio. Acomodó el único sillón disponible en la habitación para mí y como decoración o cortesía puso a su lado una mesa destartalada con flores en una lata.
Raquel tenía miedo y empezó tartamudeando a explicarme lo que necesitaba. Poco a poco fue entrando en confianza y levantando la vista.
Ella se ganó la vida como prostituta y aun vive en la "zona roja" de mi pueblo, que no es precisamente la de Amsterdam. Por eso nadie quería acudir, sobretodo los hombres que parece que solo recuerdan como ir de noche.

Su casita no era lo único que había allí, pues existía una segunda vivienda más atrás. Así que con un pie en el barro y otro medio en el aire, cual saltimbanqui, llamé en el umbral de la segunda casa. Me abre la puerta una mujer joven, también "chica de compañía" y hermosa.
La historia vuelve a repetirse, la timidez, la mirada baja; solo que ahora esta mujer tiene los ojos mas bellos y tristes que haya visto en mi vida.


Traje esta historia hasta aquí porque de algún modo está enlazada con mi "llave perdida".
Una de las claves de esa llave tiene que ver con ejercer mi profesión desde la especialidad que amo, que es la Planificación Urbana.
Increíblemente, aquí en mi ciudad de origen, en el último lugar que hubiera imaginado que esa posibilidad aparecería, pues apareció.

Eso me ha dado la oportunidad de asumir enormes responsabilidades, a una gran escala, con diseño de espacios y prioridades, que delinearán a esta y a otras ciudades por años y años. Es complejo en ese escenario mantener el cable a tierra.
Por eso, aunque no dispongo de mucho tiempo porque la agenda político-técnica es exigente, tomo trabajos particulares como el de Raquel. Eso me permite mantenerme en el mundo real y me da las pautas de cómo actuar mas allá de lo académico, como ser humano, y sobretodo como mujer.

Tengo claro que seguirá reinando por un largo tiempo una visión masculina del mundo y la realidad. También estoy segura que la gran mayoría de las personas solo apuesta a que todo tiene un precio; se compra y se vende.
Sé que continuará vigente la profesión más antigua del mundo, la que hoy ejerce la bella Mariana, no importando cuanta tristeza guarden sus ojos. Y por supuesto seguirán existiendo mujeres invisibles a la luz del día, como Raquel.


Pero quizás inocentemente "todavía tengo en mente cambiar algo". Construir, desde mi visión de la vida como mujer... desde mi lugar, como la niña de rojo.
 

 


7 comentarios:

  1. Se me pararon los pelitos de los brazos de emociòn (que le llaman piel de gallina), al leerte mi querida Guidaì... que hermosa oportunidad de seguir sintiendo que puedes cambiar el mundo desde tu esquina, que satisfacciòn saber que puedes hacer la diferencia en cosas que para esas mujeres son su mundo. Ver a la niña de rojo me recordò un coaching en una pega, en que enseñaban que trabajar deberìa verse como un juego, al que nos aplicamos con alegrìa de los niños... un abrazo grande!!

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    1. Gracias Santo! Es lindo transmitir emociones a través de las letras...

      Sabes? Algunos días creo que sí, que se puede aún cambiar al mundo y otros días simplemente creo que no :)
      Pero de lo que sí estoy segura es que cada quien desde su lugar puede hacer la diferencia.

      Recuerdo que cuando era adolescente le decía a mi viejo que uno se pasa la mayor parte del día trabajando. Entonces si haces algo incómoda, obligada, sin ganas, tu día se transforma en eso.
      Tampoco se trata de ser "trabajólico" ni obsesivo con ganar mas y mas dinero, sino de disfrutar lo que se hace, sea lo que sea.
      Obvio que todo tiene sus días de mierda, así es la vida, pero esa sensación de hacer lo que te gusta y que más encima te paguen por ello es genial. Y si a través de eso puedes intentar "cambiar el mundo desde tu esquina" entonces será disfrutable como el juego de un niño.

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    2. Lo mismo decìa mi viejo, disfruta lo que sea que hagas... es una muy, muy buena enseñanza.

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  2. Pues muy bien narrado, hurgo más por aquí.

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  3. Que hermoso relato Guidaí, me quedo con el como una fotografía y además con una sensación de gratitud al saber que aún se puede si se quiere... desde dentro hacia afuera y que de pequeños aportes se hace siempre más humanidad. GRACIAS!

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    1. Es que realmente este relato de hoy es asociable a esa fotografía que tomé hace muchos años y que compartí ahora aquí en nuestra casa común.
      Esa foto de la niña de rojo la adoro. Por el entorno que no se ve y porque fue como estar en el lugar exacto, en el momento justo. Aún recuerdo aquella calle de Katmandú y esa niña que nadie vio, excepto yo y el lente de mi cámara.
      Aún hoy esa imagen me dice muchas cosas...

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