lunes, 20 de enero de 2014

Muda, Mudar, Mudarse, Mudando, Mudanza...



Hoy hablando con Guidaí y pensando en escribir algo, me ha nacido escribir de las mudanzas…

Alguna persona que guste de las citas rápidas podría decir algo así como “por sus mudanzas las conoceréis…” Y si bien es cierto podemos hablar y/o escribir de mudanzas internas y externas, hoy hablaré de las externas, que causalmente van seguidas o antecedidas de las internas, aunque la casa interna siempre es una misma, es posible habitar en la cocina, o mudarse al salón o quizá trasladarse unas semanas a la habitación. Creo que en lo personal estos últimos días estoy en el jardín y la terraza de la casa interna de “yo misma”. Pero bueno eso es menester de otro post.

A modo de recuento cierro los ojos y pienso cuantas veces me he mudado de casa… y el resultado es ¡muchaaaas!... Ya perfeccionaba mi estilo de “trotamundos” cuando estudiaba, pues por tema de distancias y grupos de estudio, era factible que me pasará varias semanas fuera de casa de mis padres, generalmente en los alrededores de Santiago o incluso en el mismo Santiago, en pro de la ley del mínimo gasto de tiempo en traslados y el máximo gasto de tiempo durmiendo  y estudiando, no vayan a pensar que era una empollona (matea), pero sí aplicada y organizada.

Mi primera casa, me la dieron para vivir cerca de un trabajo, quedaba a una hora de Santiago y estaba en territorio rural y yo la hice más rural, porque me cambie sin que la casa estuviese terminada, es más creo que se llamaba casa por tener paredes, techo y puertas. Era una casa abandonada que escogí y mande a reformar “conmigo adentro” a mi completo gusto, dentro del escaso presupuesto asignado. Eso me costó estar varias semanas sin luz, sin agua (no crean que soy sucia, me duchaba en mi trabajo a 10 minutos en bicicleta, en ese tiempo tenía un trabajo curioso) y de regreso, en cada lado del volante de la bici, un bidón de agua. Lo mejor vino después de que todo estuviese marchando, las puestas de sol, mi perro, saxofón, en invierno el fuego a tierra un buen vino y libros.

Un par de años más tarde cruce el charco y comenzó mi expedición en el sur del norte. La ciudad que me acogió dice tener unos 120 mil habitantes y se puede recorrer caminando, pues yo, me mudé seis veces de piso en período de un año, y tuve casi la misma cantidad de compañero/as de piso. Me puedo jactar de que conocí muy bien la ciudad y sus múltiples barrios y callecitas; digamos que la máxima calma fue el siguiente año, cuando estuve ocho meses en un mismo piso, tiempo suficiente para coger rutina y disfrutar.

Tras ello crucé el charco nuevamente al sur del sur y otra vez cambiar de casa, ahora en un barrio de todo mi gusto aunque bastante criticado por ser “snob”, en ese tiempo era mucho más conveniente alquilar ahí, aunque era una pequeña caja de fósforos, estaba muy bien y fue el epicentro de varias veladas.  Me pase un año y meses por ahí, comprando fruta en el kiosco de la vuelta, pan al frente, caminando mucho y paseando por los bares los días libres, el pequeño mercadillo de cosas antiguas, el cine, el teatro, las librerías.

Debo decir, en justicia a mis raíces,  que cada vez que cruzaba el charco de regreso había un par de meses que me los pasaba en casa de mis padres, situación que sucedió por última vez en esa oportunidad antes de cruzar nuevamente el charco al sur del norte. Y otra casa nueva, aunque la compañera de piso ya era conocida. Pero en ese piso pasé por dos de las tres habitaciones en pocos meses. Y tras conocer a la mujer de mi vida, otro cambio de casa, hogar que nos vio en pleno romance y contempló junto a nuestro hijo-perro los inicios y cimientos de nuestra relación.  Tras una breve expedición de vacaciones y estudios al sur del sur, decidimos probar y trasladarnos (con camas y petacas) para intentar hacer la vida allá. Y adivinen qué !Otra vez cambio de casa!, a un pequeño departamento muy bien situado que nos acogió por cinco meses, para más tarde pasar por casas de las amigas alternadamente hasta volver a cruzar el charco, está vez para vivir por algunos meses en casa de la familia de mi mujer en el pueblo, pueblo que le vio nacer y crecer, pueblo en el cual nos casamos. 

He leído de nuevo para corregir algunas faltas y me he mareado, tanto trajín, tanto cambio, tanto volver a empezar, pero no es un reproche a mí misma, ni a la vida, por el contrario es un agradecer porque como dije en un comienzo, se podría decir que “por sus mudanzas les conoceréis”… Con ellas y en ellas han participado amig@s entrañables, que agradezco a la vida infinitamente, como me comentara una vez un amigo los lugares se hacen en su gran mayoría gracias a las personas que habitan en ellos... 

Acabando ya de hacer el recuento me he agotado, y eso que mañana taratatán tatán… ¡nos cambiamos de casa!... Hoy fuimos a ver un piso muy “cuco” y “chulo” como dicen acá (vendría a ser algo como muy lindo, muy cuidado) si decimos “cuco” podrían pensar que el piso está habitado por fantasmas o al menos asusta, y si digo que es “chulo” allá pueden pensar que es de baja categoría… en fin las cosas que tiene la lengua; es un piso pequeño, lindo y acogedor y lo mejor es que está historia de las mudanzas continuará, porque sabemos que no será el hogar definitivo, pero como es desde que comparto mi vida con la mujer que amo, será “nuestro hogar” y nos encargaremos de que así sea.



8 comentarios:

  1. Me gustó mucho queridísmia mia verla en esta historia mudar de casa e incluso de piel. Parece que tenemos en común más cosas aun de la que yo creía. También compartimos una especie de vida nómade... "Por sus mudanzas las conoceréis", jaja, genial!

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  2. Creo que no te había leído antes, o al menos no conozco este seudónimo.
    Creo que el estilo que usaste en el post causó efecto pues terminé extenuada con tanta mudanza. ¡Y mareada! Por momentos no sabía en qué parte del mundo estaba, si en el sur del norte o en el sur del sur. Hay mucho para interpretar en esa frase que menciona Guidaí, "Por sus mudanzas las conoceréis". Saludos.

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  3. La mujer caracol...con su casa acuestas. Un beso

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  4. Me hiciste recordar la infinidad de veces que me he cambiado en mi vida. Primero dentro de Santiago, luego al Amarillo Norte. De vuelta a Santiago, y de ahí al Sur, para luego establecerme en el Verde Sur. En total, 19 veces!!! Nadie puede... Salvo nosotras. Y diría: dime cuánto te mudas, y te diré quien eres. Un abrazo.

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  5. Pensar que en la mayoría de esos cruces de charco nos hemos cruzado y también compartido.
    Nuestra operación de vida amiga, tomo su rumbo. Yo era hora no?

    Más allá de habernos acompañado en nuestros respectivos hogares, de aquí y allá, que bueno ha sido movernos juntas!
    Mmm ahora reparo que nos debemos los respectivos hogares conyugales! jajaja

    #sinmudanzanohayamor

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  6. Recien tuve la brillante idea de contar cuantas veces me he mudado. Y me sorpendí!! Fueron 17 veces, en 7 ciudades diferentes, en 3 países distintos. Mucho, si considero que ocurrió en el transcurso de 25 años.
    Y si a eso le sumo mi año de nomade total en el que recorrí mas de 250 ciudades en 24 países, entiendo por qué me siento tan cansada... Aunque la verdad es que ya empecé a mirar mi maleta con mucho cariño otra vez!! ;)

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  7. Sra. Orgasmo, es posible que todas acá hemos vivido en mudanzas, cambios de piel; alguna vez conté (de hacer cuentas) que desde que nací hasta ahora he vivido en 36 lugares (si no mas), Santiago, Viña y algún tiempo en el Sur de Chile. De estos, fueron 20 o mas antes de los 17 años. Ya estoy mas estable, mi record es 6 años en cada lugar los ultimos 20 años.... y este abril o mayo, de nuevo a buscar un depa. (También me cansé con mis cuentas, algún día hablaré de esos lugares, sobre todo los muy antiguos y bizarros).
    Me alegra mucho que tu vida vaya para arriba, con un buen amor, y ahora acá (nuevo hogar en lo literal) y nuevo hogar retomando las palabras con nosotras. Te mando un abrazo grande.

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  8. Muchas gracias por vuestros comentarios!!!! Envío muchos abraxos para cada una y cada cual y sí estimada nos debemos nuestros respectivos hogares conyugales... :)

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